Este libro, pionero en su género, relata la instalación de los primeros misioneros jesuitas en el Virreynato del Perú entre los años 1568 y 1593. En dicha época, los hijos de San Ignacio de Loyola emprendieron la titánica tarea de constituir, a motu proprio, la provincia jesuita del Perú, que abarcaría los territorios de Tucumán y Chile. Si algo distintivo y característico ofrece la aportación de religiosos a la América Septentrional es que cada orden solicita y ejecuta la expedición misionera a su cuenta. El afán evangelizador que empuja a este puñado de hombres, incluso a riesgo de su propia vida, a introducirse en tierras inhóspitas y salvajes, es un ejemplo de entrega, valentía, fraternidad y cristiandad que ilumina el camino de sacerdotes y laicos hasta el día de hoy. La voluntad, entrega y devoción de los religiosos jesuitas por cumplir con su ministerio fue una necesidad vocacional que derribó los portentosos pendones de la conquista, que ya estaba bastante desprestigiada.Esta obra pretende entregar un panorama general sobre el procedimiento administrativo y desafíos que conllevaba conducir una expedición misional en época indiana.