Una mirada cómplice o una sonrisa espontánea entre dos transeúntes no son menos que el desprecio por una estatua o el conflicto social y mediático por su traslado o derribo. Muchas veces caminando por un lugar no percibimos la construcción histórica del mismo. Y es que todo espacio es una edificación tanto mental como física, tanto ideológica como política. Vivir la ciudad es ser parte de ella, es luchar por ella, respirando sus aires o escuchando sus voces es impregnarse de ella. Estas páginas intentan abordar estas vivencias y estas percepciones.