Ríos de tinta, literalmente, se han empleado al escribir sobre el éxodo israelita desde Egipto, las circunstancias en que ello ocurrió y el o los faraones involucrados. Igualmente puede decirse, y más aún, de los que han escrito en contrario, negando la esclavitud de Israel en Egipto y, sobre todo, negando la ocurrencia del éxodo con argumentos tan socorridos como vanamente esgrimidos, del tenor de que no hay evidencia tangible en Egipto de nada de lo registrado en Génesis o en Éxodo, que no pudo haber emigrado un tan gran número de personas a través del desierto sin haber encontrado los más grandes y severos peligros naturales ni haber dejado huellas de su pasö