Este libro indaga por el traje y la tonsura clerical como elementos simbólicos decisivos en la perspectiva eclesiástica del tradicionalismo católico. Para acceder a dicha problemática propone un recorrido que va desde los primeros tiempos del cristianismo, hasta la ruptura sufrida por estas expresiones con el Concilio Vaticano II, y la consecuente diversificación de miradas y puntos de vista sobre la forma de presentación exterior de los sacerdotes. En el sentido semiótico, afronta la relación entre las formas expresivas y los posibles contenidos ideológicos que a ellas se articulan, todo visto desde el entramado figurativo de textos esenciales de la tradición católica, como las Actas del Concilio de Trento, en las cuales se utilizó el dicho del el hábito no hace al monje para reflexionar sobre el carácter del traje clerical. Hoy en día el debate sobre cómo deben vestir los religiosos sigue vigente, con puntos de vista contradictorios y hasta de posturas éticas en conflicto. Lo cierto es que mírese desde donde se le mire, el asunto del vestido clerical está lejos de atender a un asunto simplemente decorativo o de mera identificación religiosa.