Para las naciones del Sur, la selva tropical es ante todo un capital a desarrollar, a través de dos aspectos: la madera, que es un recurso indispensable para las economías nacionales, y la tierra, la base del desarrollo. Esta cara más tradicional se refiere a la gestión "clásica" de los bosques, como se ha definido desde hace mucho tiempo en Occidente. Esta gestión del capital forestal se traduce generalmente en el control estatal de los recursos de tierras y bosques mediante marcos legislativos y políticas específicas. La gestión de la madera es llevada a cabo por profesionales de la silvicultura: gestión y explotación. La ordenación de la tierra suele exigir una transformación radical del bosque "natural" en una plantación, un bosque forestal o un bosque agrícola, pero, una vez más, sigue las principales políticas promulgadas por el Estado.
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