El estreno de El inspector en abril de 1836, delante del zar y de toda la corte imperial, puso en una situación tan delicada a Nikolái V. Gógol que él mismo creyó conveniente echar tierra de por medio y «emigrar» a Roma. El casamiento une a un tipo superfluo e indeciso y a un factótum insolente en un proyecto de boda que nunca llega a realizarse. Y Los jugadores , que enarbola una rica trama de engaños en la que los embaucadores son a su vez embaucados, parece casi anunciar a David Mamet. Estas tres obras ¿las más importantes de Gógol¿ se reúnen aquí en nueva traducción de Fernando Otero y José Ignacio López Fernández, acompañadas de textos reveladores de Jan Kott, del crítico Visarión G. Belinski, y del escritor Andréi Biely sobre el montaje de Meyerhold.
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