No tenía control para abrir los ojos. Ahora no podía ver salir a mis hijos por la mañana, darle desayuno a mi esposo o saber si las perritas salieron al patio. Todo puede ser pequeño, pero todas estas cosas siempre estuvieron bajo mi control. Algunas veces no podía ni cambiar de posición en mi cama, pero en cuestión de dos o tres días... ¡Estaba de vuelta! Me maquillaba, enviaba mensajes de texto, preparaba comida, salía a bailar con mi esposo y regresaba a mi vida por unos dias pero, tengo que admitirlo, quería tener otra vez el control total. Las agujas del reloj nunca se detienen, de pronto estaba de nuevo en la cama, mirando por esa gran ventana. Veía cuando el sol aparecía y también cuando la luna brillaba o la nieve caía. Este libro no trata de cáncer únicamente... más bien está lleno de personas, milagros y poemas.
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