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EL MITO RACIONAL DE OCCIDENTE tiene el aspecto de proclama. El autor llena por completo su obra, se "desahoga" ante el lector sin apenas ayuda bibliográfica, convirtiendo su libro en la manifestación de la autoconsciencia intelectual de treinta años de creación y búsqueda. La propuesta principal de esta proclama consiste en la defensa de la "ininteligibilidad de la materia" es decir, del misterio indescifrable de la realidad en la que "vivimos, nos movemos y somos". Esta propuesta va más allá de posicipones epistemológicas relativistas ya que no deja ninguna puerta abierta a la racionalidad de…mehr

Produktbeschreibung
EL MITO RACIONAL DE OCCIDENTE tiene el aspecto de proclama. El autor llena por completo su obra, se "desahoga" ante el lector sin apenas ayuda bibliográfica, convirtiendo su libro en la manifestación de la autoconsciencia intelectual de treinta años de creación y búsqueda. La propuesta principal de esta proclama consiste en la defensa de la "ininteligibilidad de la materia" es decir, del misterio indescifrable de la realidad en la que "vivimos, nos movemos y somos". Esta propuesta va más allá de posicipones epistemológicas relativistas ya que no deja ninguna puerta abierta a la racionalidad de la realidad. Ni siquiera el paso del tiempo y las investigaciones científicas incesantes podrán paliar el obstáculo insalvable del misterio de la materia. Para Diéguez no sólo nada se sabe sino que nada podrá saberse nunca, porque nuestros saberes no pertenecen a la realidad -naturaleza, materia- sino al mundo interior que forjamos en nuestro intercambio con la muda realidad. Con una prolífica creación -literaria en sus comienzos y filosófica posteriormente- Manuel de Diéguez, de nacionalidad gala, es un pensador casi desconocido en España ya que éste es el primer libro que ve la luz pública en nuestro país. Descendiente de los antiguos colonizadores que la península ibérica dio al Nuevo Mundo, nació en Guatemala en 1922; siendo niño fallece su padre -diplomático en los Estados Unidos- y su madre, de origen alemán, regresa al Viejo Mundo estableciéndose en Suiza, en el cantón de lengua francesa donde Diéguez se educó. Al alcanzar la mayoría de edad se traslada a París en donde comienza su carrera como escritor y crítico literario. El estilo de Diéguez es un reflejo de su doble genealogía: por un lado, la de la sangre que se manifiesta en el barroquismo y la imaginación propios de su ascendencia hispanoamericana y, por otro, la del espíritu manifestado en la elegancia, profundidad y orden de su educación francesa.