Si la vida carece de justificación a priori, que es en sí misma; el mero hecho de que yo piense que una determinada cosa da sentido a la vida no puede hacer que lo tenga. Para crear una justificación de la vida, se requiere que el hombre salga de la vida misma, que es intrínsecamente sin sentido. Este "salirse" (como diría Nietzsche "distanciarse"), tanto como nos permite crear una justificación, nos muestra simultáneamente que la vida carece intrínsecamente de sentido. Es esta discordancia la que expresa el absurdo de la vida, que considero que los existencialistas intentan trascender al emprender la segunda fase (la fase constructiva.) Pero, como he dicho, todo intento de trascendencia termina en el absurdo; pues el sujeto, en el intento de crear un sentido para la vida, es siempre exterior a la vida, y se da cuenta del sinsentido intrínseco de la vida.
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