La caña de azúcar se cultiva en los trópicos y subtrópicos como materia prima para la producción de azúcar. Brasil abrió el camino para producir también combustible líquido (etanol) a partir de su jugo azucarado, un llamativo modelo de energía renovable. En la actualidad, se afirma en todo el mundo que la productividad de este cultivo en el campo está estancada. En este libro se aborda esta cuestión, aportando la idea de que el estancamiento del rendimiento se debe a la constitución genética que prevalece en todos los cultivares híbridos. La afirmación es que la exigencia paradigmática de la industria de una materia prima con alto contenido de azúcar, pero con bajo contenido de fibra, determina estrictamente esa constitución. Baja fibra y alto jugo azucarado son rasgos heredados de Saccharum officinarum, un ancestral con baja resiliencia, mientras que el ancestral homólogo S. spontaneum transmite contenido de fibra y alta resiliencia. La caña energética, que tiene una mayor proporción cromosómica del segundo genitor, es un tipo con mayor resiliencia y alto vigor híbrido, capaz de producir al menos el doble de rendimiento que la caña de azúcar convencional. Por lo tanto, la producción y transformación de caña energética puede considerarse una tecnología disruptiva.
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