El libro del Profeta Amós comienza con una colección de ocho oráculos: los seis primeros van dirigidos a pueblos paganos; el séptimo se dirige al reino de Judá y el octavo a Israel. Este último es el más ampliamente elaborado y parece ser el más importante. El presente estudio concentra su atención en una lectura cuidadosa del último de los oráculos y, a manera de síntesis, se pueden resaltar dos precisiones: la primera es la profundidad religiosa que puede tener el término pobre ya que se puede considerar como sinónimo del término justo y así se explica la solidaridad que con él manifiesta Dios; la segunda es la gravedad del pecado de idolatría (ir a la joven es lo mismo que ir a Ashera): esto equivale a profanar el Nombre de Dios.