Durante mucho tiempo, las películas de Ozu han sido elogiadas como la representación típica de la cultura japonesa, como el zen o el budismo. Sin embargo, este punto de vista, que se hace eco de las raíces del género documental occidental vinculado al viaje y al exotismo, es muy limitado y elude la naturaleza del propio medio de representación: el cine. El cine es un lenguaje. Traduce la visión subjetiva de un autor influenciado por la realidad objetiva que encuadra. En el Japón de la posguerra y la creciente modernización, este Japón "pintoresco" fue fuertemente cuestionado por intelectuales y artistas muy preocupados por la pérdida de identidad japonesa a favor de los bajos fondos de la modernidad occidental como el consumismo. Períodos problemáticos como la reconstrucción del país en los años sesenta o la década perdida de los noventa acentuaron aún más la necesidad de los cineastas japoneses de cuestionar la identidad japonesa, de cuestionar las imágenes a través de las imágenes, de utilizar las imágenes para desentrañar lo que hay debajo de ellas. A partir de una selección de obras de cineastas japoneses, este ensayo pretende analizar un aspecto de este cuestionamiento de la identidad japonesa a través de las imágenes: la deshabituación.
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