Carlos Briceño-Pérez, conocido cariñosamente como "El pequeño saltamontes", es un ilustre personaje nacido el 24 de abril de 1952 en la ciudad de Trujillo, estado Trujillo, Venezuela. Su vida es un mosaico vibrante de logros y pasiones que entrelazan la ciencia con las humanidades, convirtiéndolo en un faro de conocimiento y cultura en su país y más allá. Formado en la Universidad de Los Andes (LUZ), Briceño-Pérez es Médico Cirujano, Especialista en Obstetricia y Ginecología, y Doctor en Ciencias Médicas. Su trayectoria académica no solo se limita a la medicina; es Profesor Titular de Gineco-Obstetricia Clínica y ha sido reconocido como Investigador A por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, lo que refleja su dedicación a la innovación y la investigación. Su contribución a la literatura científica es notable, con la autoría de tres libros, dieciocho capítulos en publicaciones tanto venezolanas como latinoamericanas, y sesenta y un artículos científicos, que han sido citados más de 566 veces a nivel global y han acumulado más de 198,200 lecturas en plataformas como ResearchGate entre 2018 y 2024. Este reconocimiento académico se ve complementado por su membresía activa en diez sociedades científicas, tanto nacionales como internacionales, y su participación como invitado en eventos científicos en cinco países de Latinoamérica. Briceño-Pérez también es un miembro destacado de la Academia de Medicina del Zulia, donde ocupa el puesto número 41, y ha sido galardonado con treinta y una distinciones y premios, un testimonio de su impacto en el campo de la medicina y la ciencia. Además, su labor editorial es significativa, siendo parte del Consejo Editorial de la Revista de Obstetricia y Ginecología de Venezuela y del Consejo Científico de la Revista Venezolana de Ultrasonido en Medicina, además de ser revisor de la revista "Investigación Clínica". Fuera de los confines del laboratorio y el aula, Carlos es un hombre de múltiples talentos. Es escritor, historiador, poeta, y fotógrafo, mostrando una sensibilidad artística que enriquece su visión científica. Su amor por la música y el baile, junto con su pasión por el fútbol, revela un espíritu que celebra la vida en todas sus facetas. En su ejercicio privado en la Policlínica Amado, Briceño-Pérez no solo practica la medicina, sino que también imparte conocimiento y humanidad, demostrando que la ciencia, en sus manos, es un arte de sanar y enseñar. Su vida es una inspiración, un recordatorio de que la excelencia en múltiples campos no solo es posible, sino que puede ser lograda con pasión y dedicación.
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