La rebelión de San Hermenegildo fue uno de los hechos más relevantes del reinado de Leovigildo. Además de dividir a España en una guerra civil que acarreó grandes males a godos e hispano-romanos, gatilló la conversión de su hermano Recaredo al catolicismo y, tras él, la de la mayoría de los visigodos arrianos. Una vez pacificado su imperio, Leovigildo entregó a su primogénito Hermenegildo, un territorio para que lo gobernara. El año 579, el príncipe se trasladó a la Bética y se convirtió al catolicismo. Al poco tiempo de su bautizo, fue proclamado rey en Sevilla. A su levantamiento se unieron gran parte de las ciudades y castillos de la región. Esta rebelión contra el poder legítimo del padre convirtió a Hermenegildo en tirano y, la guerra en que involucró a la naciente Hispania, le valió la reprobación de los espíritus más nacionalistas. No es posible asegurar que la rebelión de Hermenegildo haya respondido a su conversión; pero aventurar que su catolicismo le granjeó la simpatía de los suevos, de los levantiscos hispano-romanos de la Bética y del clero más ortodoxo, no parece demasiado osado. ¿Por qué se convirtió Hermenegildo, qué implicó su rebelión y cómo ocurrió su martirio?
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