Este libro, resultado de una tesis de maestría, aborda la interpretación de un problema que atraviesa toda la tradición del pensamiento político: el de la dominación. Demarcado a partir de la modernidad, la gran paradoja es pensar cómo este problema persiste en las reflexiones filosóficas, en medio de la idea de que las personas han llegado a "gobernarse a sí mismas" con el surgimiento de la noción de subjetividad. Sin embargo, esta noción aparece alienada, ya que en la antigüedad las mujeres, los esclavos y los extranjeros tenían clara su condición de personas sometidas. En el mundo capitalista moderno, apoyado en la ideología dominante, el problema persiste, con otras complejidades. Marx entendía la historia como la historia de la lucha de clases; Gramsci veía la historia como la historia de los estados hegemónicos. La tesis que se defiende en este libro es que Gramsci aborda el problema de la dominación como un problema de hegemonía, un concepto originario de Lenin que Gramsci adopta para dilucidar el alcance de la dominación en el mundo capitalista y que, por tanto, es el fundamento del Estado. La lucha de las clases subalternas por la hegemonía para romper con la dominación existente sigue abierta, para disgusto de quienes creen en un "fin de la historia".
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