El problema de la identificación de la mujer es un aspecto particular de la crisis de identidad global, que es especialmente relevante en la sociedad moderna, por las siguientes razones. La transición de la sociedad tradicional a la civil estuvo acompañada por el rechazo de los estereotipos sociales, en particular los estereotipos de género, con el fin de aumentar las libertades personales. Seguir la tradición en una sociedad tradicional proporcionó a la mayoría de sus miembros una identidad personal estable. El carácter transicional de la etapa moderna se manifiesta en el hecho de que la transformación de los estereotipos es radical y rápida, lo que supone una amenaza para la identidad de género de nuestros contemporáneos. El patriarcado y el feminismo, como sistemas de valores opuestos, coexisten simultáneamente en la sociedad, y esta oposición provoca conflictos tanto externos como internos, problematizando la identidad de género tanto individual como grupal. Los conflictos de conciencia individual y social dan lugar a neurosis basadas en la pérdida de la identidad de género, dificultad en la comunicación intergénero, el efecto más negativo en la institución del matrimonio, la educación familiar, provocan contradicciones en la vida pública.
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