El progreso y la prosperidad de cualquier país dependen de la calidad y el talento del niño, porque un niño es el joven y el futuro administrador y arquitecto de la nación. Si no hubiera niños, no habría humanidad y no puede haber universo sin humanidad. Por lo tanto, la humanidad le debe al niño lo mejor que se le puede dar. Si no hay un crecimiento adecuado del niño hoy, el futuro de la propia humanidad está en la oscuridad. Por lo tanto, cada generación tiene la obligación de educar adecuadamente a los niños que serán los ciudadanos del mañana.
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