La intención de este ensayo se limita a documentar una hipótesis de trabajo que consiste en sostener que aquellos contenidos del arte que no se pueden explicar a través del razonamiento se inscriben en la esfera de nuestra experiencia sensible y que ésta no sólo incluye los cinco sentidos que nos ligan con el exterior, los exteroceptivos, sino también a aquellos otros que nos informan, de manera difusa, de nuestro interior, los interoceptivos. Estos últimos son los que nos interesan especialmente, pues se encuentran muy ligados a nuestra vida emotiva. Nuestro enfoque se va a centrar, por ello, en la relación que encontramos entre el arte y nuestro mundo sensorial y emotivo. Nuestro empeño surge de la necesidad de comprender una parte importante de nuestras motivaciones como artistas, acercarnos algo más a lo menos racionalizable de ella, a ese "inefable", para tratar de clarificar al menos por qué no se puede explicar.