Todo ser vivo, por insignificante o pequeño que parezca, esta ligado al cosmos y es hijo directo de las estrellas, que fabrican en su interior los elementos químicos constituyentes de la vida. La muerte que a todos nos toca reintegra esos elementos a la madre tierra, y esta los recicla, para que continúen su interminable ciclo a través del planeta. Gaya Sotomayor de Ortiz, madre de doce hijos y personaje central de este libro, pide que al morir su cuerpo sea cremado, y sus cenizas enterradas debajo del árbol que ella misma escogió y del que quiere entrar a formar parte. Esta es una obra profundamente sencilla y sencillamente profunda. Juan Gil Blas