Ser rechazado por una editorial no es nada nuevo, supongo que esos que a día de hoy presumen de escritores en algún momento han sido rechazados. Es entendible cuando es parte de conseguir ese momento donde pasas del anonimato a ser un dominio de masas. Aunque se lea poco, y frecuentemente solo los acomodados en ese teatro de replicas eternas, donde son parte de un discurso conveniente de una cultura en particular. Yo no soy uno de esos, tampoco busco editar en editoriales de renombre, acepto mis limitaciones, es una forma de comprender las carencias de uno, además, no hay nada que detesto más que esa masificación de conceptos y eventos.