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El reto de una África exigente.El hombre tiene el deber de alabar a su creador, dicen los teólogos religiosos. Así pues, la religión y la moral no son fuentes menos importantes para formalizar las normas jurídicas.Desde tiempos inmemoriales, la religión y la moral han influido en las normas de gestión de las ciudades. Sus dictados prevalecieron en todas las épocas de los antiguos reinos de todas las regiones del mundo (Egipto, Babilonia, Grecia, Roma, Kush, Ghana, Malí, Kongo, etc.). En el mundo actual, guían las iniciativas y acciones de políticos y comunidades.La espiritualidad, la religión y la moral también actúan como guardianes mutuos de la preservación de las prácticas honorables y las buenas costumbres para perpetuar una mejor convivencia y la armonía del ecosistema humano y medioambiental.Ignorar esto y decidir obstaculizarles en sus prerrogativas plantea un problema de negación, que conduce a su vez a intentos de normalización de las parafilias (desviaciones sexuales), cuyos corolarios serían la aparición de pandemias (SIDA, virus C...), o el efecto mariposa de los conflictos armados.