La filosofía de la Modernidad se ha centrado sobre la persona humana desde la perspectiva de la revolución copernicana. El hombre es y fue la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son, en cuanto que no son. Este racionalismo subjetivista, ha llevado al hombre a la racionalidad ideológica cerrándose sobre sí misma y tornándose de algún modo totalitaria frente al prójimo. La Filosofía de la alteridad tiende a valorizar la persona en la apertura hacia el otro como realización suprema de la perseidad de la persona misma. En este ámbito se vislumbra la perspectiva del absolutamente Otro que garantiza y fundamenta la realidad del hombre y su posible vocación como realización en la verdad y en el amor.