Tanto en los currículos como en las estructuras de formación de profesores existe una tensión no resuelta entre una orientación determinada por las llamadas ciencias de la educación y otra definida como una orientación pedagógica. La tendencia ha sido suplantar una por otra, sin tener en consideración sus diferentes naturalezas epistemológicas ni sus contribuciones específicas en el campo de la profesionalidad y de las prácticas docentes. Se genera una distancia entre teorías y prácticas en acción. Ello ha afectado la calidad de la formación de los educadores y de la educación. El conocimiento de las ciencias de la educación es ciertamente un aporte, pero no asegura que este sea decisivo al momento de enfrentar el acto de enseñanza, sus intencionalidades, contenidos y metodologías. En el presente libro se analiza la existencia del saber pedagógico como válido, legítimo y necesario. Se especifica su carácter singular, experiencial y práctico; se explicita su génesis, desarrollo y transferencia. Sus alcances sobre la formación y la capacitación de los educadores se complementa con los antecedentes académicos que lo avalan. Su olvido afecta a la calidad y equidad de la educación.