La vulnerabilidad del ser humano radica, como expresa la palabra latina de la que deriva, en la condición inevitable de la herida. Rasgar la superficie, rompe la continuidad del tejido, biológico o existencial, disloca, aísla, convoca al dolor, trae la experiencia de la finitud. Somos-estamos heridos; es nuestra condición vulnerable. La respuesta , a nuestra vulnerabilidad, debe ser el cuidado, la hospitalidad, la compasión, la compañía, el amor. La sociedad del hiper consumo hace, casi imposible, el despliegue de lo profundamente humano, por lo superficial y lo artificial puestos en el espectáculo de la vida cotidiana.
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