El Salvador Jesucristo nos confía: "En el mundo tenéis aflicción, pero alegraos. Yo he vencido al mundo" (Juan 16: 33), mostrando que esta vida material y temporal no es sólo un viaje o un lugar de descanso, sino un viaje en un mar sacudido por olas destrozadas y peligrosas. La vida misma es una lucha, porque en tiempos en que los pecados parecen profundizarse, no es fácil luchar contra ellos para vivir una vida pura, bella y elevada, alcanzando las virtudes cristianas. Es doloroso, pero también es cierto que aprendemos más de las pruebas que de la bondad y de las pasiones que de las realizaciones. En comparación con los momentos de alegría, profunda y misteriosamente, descubrimos a Dios sólo cuando estamos en el lecho de enfermo y entre lágrimas y suspiros. En este libro traté de responder algunas preguntas que obstaculizan el alma humana: "¿Cómo podemos liberarnos del sufrimiento? ¿Por qué sufren los santos y los virtuosos? ¿Cuál es el propósito del "sufrimiento involuntario"?