Frida encarnó cómo pocos el arquetipo universal de la víctima. Su discurso busca a través de sus pinturas y de las vivencias de su propia vida, descifrar el significado profundo de lo inevitable y azaroso (en gran medida) de su tributo de dolor. A través del tiempo la pintora logra sacralizar su herida, adorno estoico irrefutable de presencia y sentencia, cábala y trayecto. Se puede resistir mucho más pesar del que se crea merecer o soportar, pero como afirmaba Jung, no podemos tolerar una vida sin sentido. Las víctimas seculares son creadas a través de la proyección. Los victimarios apoyan y sustentan los valores dominantes proyectando su propio miedo ante el desamparo y la fragilidad sobre todo aquel que se pueda victimizar.Frida personificando el papel de víctima en su condición de enferma crónica así como de mujer sáfica, en un mundo machista y misógino como lo fue el México de su tiempo, alude a todo lo que de víctima todos los humanos podamos tener. Frida al final atrae nuestra mirada y ternura, dándonos un guiño para acompañar, para comprender y en últimas para amar lo insólito de su propia vida.