Los imaginarios sociales despectivos que han definido a la prostitución, actualmente equiparan a esta situación con el trabajo sexual, contextos que distan el uno del otro y que por influencia del comercio sexual experimentan el ingreso de diferentes identidades sexuales y modalidades delictivas que refuerzan la indiferencia, invisibilidad y estigmatización que han caracterizado a estos mundos. Es de anotar, que existe una gran preponderancia de prejuicios, hipocresías y asimetrías sociales que condicionan las relaciones interpersonales, institucionales y legales que se desarrollan en Colombia; pues, a pesar de que estamos en un Estado Social de Derecho y de que la misma Corte Constitucional en diferentes pronunciamientos ha amparado la dignidad de las personas antes que la moralidad, como es el caso de la Sentencia T-629 de 2010, aún no se consiguen garantizar los derechos humanos para la totalidad de la población Colombiana.