El objetivo de este libro es rastrear el contexto posmoderno en las artes a través de una cartografía analítica de la obra de algunos pintores (entre ellos Julian Schnabel, David Salle, Eric Fischl y Anselm Kiefer), que no sólo surgieron internacionalmente en ese periodo, sino que también llegaron a demarcarlo estéticamente. Tal vez sea éste el principal interés del ensayo que, al rediscutir los conceptos de vanguardia y posvanguardia, analiza sus antecedentes históricos y presenta la pintura euroamericana de los años ochenta como heredera de una gran crisis en la que el propio discurso artístico fue puesto en cuestión y desembocó -gracias a un proceso de creciente radicalización formal- en una especie de apatía simbólica.
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