
El zodÃaco de Dendera
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El concepto antiguo, y sin embargo verÃdico, parece ser para nuestro mundo cada vez más imperceptible, e incluso erróneo para la humanidad actual. El Alma, si es que esta noción espiritual aún tiene algún significado, ya no posee esta esencia que unÃa el hombre a su Creador, lo que en tiempos de las primeras dinastÃas faraónicas era lo esencial que marcaba a los seres civilizados. Actualmente, totalmente rechazada por cuatro quintas partes de la población del globo, la Creación Divina sólo subsiste como una estructura a reconstruir para la fracción restante, mañana ya no será mÃ...
El concepto antiguo, y sin embargo verÃdico, parece ser para nuestro mundo cada vez más imperceptible, e incluso erróneo para la humanidad actual. El Alma, si es que esta noción espiritual aún tiene algún significado, ya no posee esta esencia que unÃa el hombre a su Creador, lo que en tiempos de las primeras dinastÃas faraónicas era lo esencial que marcaba a los seres civilizados. Actualmente, totalmente rechazada por cuatro quintas partes de la población del globo, la Creación Divina sólo subsiste como una estructura a reconstruir para la fracción restante, mañana ya no será más que una hipótesis aleatoria. En nuestro mundo, que se define como moderno, nuestra civilización avanzada ha empeorado la situación de forma catastrófica, en cierto modo, el simple positivismo ateo ha sido elevado a su apogeo por los cientÃficos, cuyas almas se han convertido únicamente en buenas mentes llenas de materia gris. La ciencia deificada por los axiomas aritméticos ha sustituido la Ley de la Creación: ¡otro becerro de oro ha sido eregido! Y éste es aún más poderoso, ya que los seres geniales que edifican este poder, el más terrenal, olvidan que ello le es posible únicamente gracias al libre albedrÃo que sus almas les dan para actuar y calcular según sus pautas. La necesidad reside aquÃ: la Parcela Divina es insuflada en el cuerpo humano con el fin de que el Creador encarne los principios de la Ley, y no la Ley en sÃ, con el fin de dejar al Hombre a su libre albedrÃo. Es necesidad vital para el avance de la humanidad progresar constantemente en acuerdo con la ArmonÃa Celeste si quiere sobrevivir en la perpetua evolución del entorno terrestre. Y la necesidad existe por el sólo hecho de que el universo existe, es la unión necesaria entre el cielo y la tierra, tal y como la densidad de un cuerpo provoca que éste exista por el sólo hecho de dar consistencia al mismo.