El mercenario profesional Dare Macintosh tenía una regla que aplicaba a rajatabla: los negocios no debían convertirse nunca en un asunto personal. Si el motivo y el precio eran de su agrado, aceptaba la misión que le estuvieran ofreciendo. Sin embargo, cuando la encantadora Molly Alexander le pidió que la ayudara a encontrar a los hombres que la habían secuestrado, Dare sintió por primera vez la tentación de combinar trabajo y placer.
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