La preocupación por los impactos sociales, ambientales y económicos que genera una organización o empresa se ha acentuado en los últimos tiempos. ¿Se está provocando un desarrollo que asegure el bienestar de todos con los que nos relacionamos? ¿Se está contribuyendo al calentamiento global y a incrementar el riesgo de la vida en nuestro planeta? Nuestro despliegue ¿contribuye a generar nuevas oportunidades de empleo y de negocios que faciliten la reducción de la pobreza?¿Qué se está haciendo para mitigar, reducir o eliminar esos riesgos? Se encuentra en un momento de la historia de la humanidad que el comportamiento, los valores que llevamos a la práctica a través de las maneras que producimos, y, en general, ¿la ética adquiere una significación crucial?. Hoy no se puede ser socialmente responsable si no se aspira a un desarrollo sostenible; es decir, si la cultura, muestra conductas diarias y la lógica económica, ambiental y social no se encuentra coherentemente alineada. Se está enfrentando al desafío de plasmar desde nuestras empresas y organizaciones una ética de responsabilidad social. La sustentabilidad se maneja también como un término ligado estrechamente a las actividades