En la Antigua Grecia (antes del advenimiento de la filosofía), la experiencia de la formación humana se tejía como un proceso ético y estético. La metáfora del telar y su tejido, que propongo en esta investigación para examinar el poema épico Odisea de Homero, es un recurso heurístico para comprender conceptos muy queridos por la sociedad griega del siglo VII a.C. la excelencia (areté) del héroe, hombre de noble linaje; su honor (timé) al frente de su familia (óikos) y de la comunidad de la polis de la que es responsable -para que en el futuro adquiera fama entre sus descendientes y se llene de gloria (kléos)-; la voluntad de ser bueno (agathós) y de ser bello (kalós) -conceptos o valores complementados por la areté específicamente femenina, que se traduce por la belleza de la mujer y su papel social en el seno de la familia-. En un mundo que se alejaba poco a poco del pensamiento mítico-religioso e instauraba una nueva forma de pensar, podemos reconocer en la Odisea los inicios de una "novela de formación" (¿quizá la primera registrada por escrito en Occidente?).
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