La diferencia entre los salarios mínimos establecidos en una sociedad y los recibidos por los altos funcionarios de gobierno latinoamericanos, plantea un problema de equidad que tiene que ser atendida y resuelta en función de una cultura por resultados, donde el salario de los altos cargos de gobierno sea acorde al desempeño de su administración pública, generando acciones en pro de un dinamismo y evolución económica, de tal forma que ayude al aparato productivo del país en el incremento de sus ingresos y por ende el salario mínimo de los trabajadores, de tal forma que exista un equilibrio entre lo se hace y se percibe como salario para la subsistencia y desarrollo de los individuos de una sociedad, buscando siempre un desarrollo sustentable para las generaciones futuras.