La nave comenzó a descender lentamente en la atmósfera enrarecida de la Tierra. "Active compuertas de descenso...Temperatura exterior, 106ºC...", la monótona voz de la computadora del control maestro, se oía irreal en ese extraño ambiente. Una leve llovizna se dejaba caer sin tregua. Al abrirse la compuerta de descenso, se quitó los arneses de seguridad, y de un salto, tomó tierra. No alcanzaba a distinguir en lontananza, más que sombras como espejismos. Revisó su expulsor de partículas gamma. Con el modo pulverizador podía eliminar de tajo cualquier amenaza que se cerniera sobre él. "Informe de posición soldado", la voz del comando central resonó de tal forma que XY pegó un brinco como si alguien le hubiese gritado o algo le hubiese impresionado. "Cuadrante 132, cerca de la antigua ruina de Manhattan..." Escuchó ruidos... ¿Occipers, aracnoides? Esos bichejos podían soportar sin inmutarse un calor infernal. El debía usar un protector de titanio con diafragmas de tungsteno. De súbito, una forma gigantesca ocupó casi todo su frente. La nave nodriza revoloteaba como una enorme avispa, buscando aterrizar.