El hombre vacio carente de esperanza se ha volcado en un proceso de violencia y de guerras, de drogas, de corrupción y de violencia buscando opciones satisfactorias de vida plena y digna. El proyecto de Dios es un hombre feliz y pleno, pero este se ha hecho a un lado, el hombre creó sus dioses personales, su propia paz personal. El hombre en la Reforma obtuvo libertad de pensamiento, de acción y de elección de sus gobernantes y de la misma iglesia. La revolución industrial coadyuvo con el capitalismo, pero sin embargo no concibió al hombre negro como libre y digno, tuvo muchas limitaciones por el prejuicio racial. La iglesia no abogó suficiente por los derechos de los negros, de las minorías y, más tarde, en la revolución industrial y en los grandes inventos del hombre, no acompañó este proceso de creación de riqueza acumulada con el compromiso de la dignidad humana individual. La Iglesia en el proceso de conquista en sus colonias participó activamente en procesos de control de pensamiento y de reforzamiento de las autoridades con fines económicos. Se vio al margen de un absoluto de moral y de valores bajo las reglas de Dios, Verdad que da unidad a todo conocimiento. Sacrificó el mensaje de Jesús ante el sincretismo y el poder. Espejo de príncipes, Cristianismo: ¿religión o cultura? recupera mitos y tradiciones antiguas que han conformado la nueva religión del hombre; pero ¿hasta dónde estas manifestaciones satisfacen el espíritu y la anhelada esperanza del ser humano? La búsqueda es infinita.
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