Partiendo de una valoración muy positiva del ecologismo, se va aquí más allá de una dimensión biológica y social, para llegar a una espiritualidad ecológica en conexión con la sabiduría bíblica y de las viejas religiones. Esta espiritualidad ecológica tiene su fundamento en tres puntos: a) Una conexión empática con la realidad que lleve a superar el antropocentrismo, e ir más allá de la materialidad de la materia para abrirse a su dimensión espiritual. b) Una invitación a una manera de concebir a Dios y la relación con Él, pasando del dominio del señor al cuidado del jardinero, del Dios dominador al Dios relación trinitaria, Padre y Compañero, Madre, Amante y Amigo. c) Y llegar a ver el mundo en la perspectiva cosmoteándrica y no-dual.