El estudio de las funciones cognitivas de los pacientes esquizofrénicos ha suscitado un renovado interés en los últimos veinte años después de haber permanecido en un segundo plano durante cerca de ocho décadas. A pesar de que en las primeras descripciones sistematizadas que se hicieron de este trastorno por Morel y Kraepelin, hace más de un siglo, se había concedido significativa importancia a los déficits cognitivos, estos fueron paulatinamente subvalorados en posteriores descripciones clínicas de otros investigadores.