La adolescencia es la futura generación de cualquier país. Sus necesidades nutricionales son fundamentales para el bienestar de una sociedad, pero durante muchos años se ha descuidado su salud porque se considera que son menos vulnerables a las enfermedades que los niños relativamente pequeños o los ancianos. Si los adolescentes están bien alimentados, podrán hacer un uso óptimo de sus habilidades, talentos y energías y serán ciudadanos sanos y responsables. La adolescencia, un segundo periodo de crecimiento rápido, puede servir como oportunidad para compensar el crecimiento deficiente de la primera infancia, aunque el potencial para una recuperación significativa es limitado. La mala nutrición comienza antes del nacimiento y se prolonga durante la adolescencia y la vida adulta, pudiendo abarcar varias generaciones. Invertir en la nutrición a lo largo del ciclo vital reportará beneficios económicos y sociales a corto y largo plazo.
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