A principios de los años 90, Costa de Marfil fue testigo de la aparición del fenómeno de los niños de la calle. Las autoridades estatales y diversas organizaciones sociales aunaron sus esfuerzos para reducirlo. Todos coincidieron en la necesidad de crear centros de acogida que, dada la dificultad de reintegrar a los niños en sus familias, los mantuvieran durante más tiempo. Esto plantea la cuestión de si una estancia institucional prolongada repercute negativamente en la personalidad de los residentes. Este libro examina los efectos negativos de la institucionalización en la autopercepción y la actitud hacia la sociedad de los niños de la calle procedentes de hogares disociados. Si se prolonga, esta estancia deteriora la autopercepción de este tipo de niños. En cambio, la existencia de un lugar donde permanecer reduce su agresividad hacia la sociedad. El objetivo último de todos los que trabajan para solucionar este fenómeno debe ser exclusivamente crear las condiciones que permitan a los niños que viven en familias permanecer en ellas y a los que viven en instituciones de asistencia social volver al entorno familiar en un breve plazo de tiempo.
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