El mundo actual implica una época de grandes cambios, con ritmos de vida enormemente acelerado, mayor demanda de competencia y especialización, aparte del fenómeno llamado globalización; permanente y continúa reformulación de objetivos, proyectos, metas, estrategias; entre otros aspectos, los mismos que exigen a las personas desarrollar mayor autonomía, flexibilidad, iniciativa, seguridad y capacidad para adaptarse a nuevas situaciones. Precisamente las contrariedades y exigencias que cotidianamente debe enfrentar el hombre propician estar sometido al estrés y sus posibles consecuencias negativas.