Los resultados de esta investigación, revelan que el nivel de estrés y ansiedad que experimentan las mujeres violentadas tienen que ver con el número de parejas que han tenido las mujeres. El número de hijos de cada participante, tuvo relación directa con el grado de ansiedad estado, de igual forma, existe relación entre este tipo de ansiedad y el hecho de que los hijos sean o no hijos de un mismo padre. De acuerdo con las cifras obtenidas por Briceño (2001), se hace patente que conforme aumenta el grado de severidad de la violencia, se acentúan las características de marginación de las mujeres; así, se tiene que los actos severos de violencia son perpetrados preferentemente sobre mujeres con bajos niveles de bienestar, así como con menores niveles de instrucción. Pero como lo expresa Briceño: "pudiera tenerse la tentación de derivar, a partir de esta cruda realidad, la conclusión de que la pobreza es la causa de la violencia". En cuanto al mejor modelo de intervención, resultó que los modelos aplicados de forma familiar y grupal ofrecieron mejores resultados en todas las escalas analizadas, situación que no se presentó en el modelo individual.