En el segundo tercio del siglo XVII, Racine se dedicó al género teatral de la tragedia y, más concretamente, al estudio psicológico de sus héroes. La tragedia de Racine reviste un interés fundamental por el minucioso estudio de los personajes, que refleja su estado emocional y afectivo cuando están en escena. En este sentido, el enfoque estilístico basado en múltiples interpretaciones de la mirada es de gran importancia para poner de relieve la psicología y las acciones de los héroes, que conducen a la tragedia. Racine extrae los términos y expresiones utilizados para describir la mirada del repertorio léxico del vocabulario pastoril y neoplatónico, pero les da un nuevo significado. Por un lado, la mirada del héroe permanece deslumbrada e inmóvil ante el ser que le fascina, buscando la comunicación para afirmar su presencia. Por otro, los sentimientos surgen del corazón de los personajes, que siguen dominados por sus deseos. Por último, el espíritu interviene para cuestionar la naturaleza profunda del trastorno que sufren los seres.
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