Las buenas leyes siguen siendo buenas mientras lo sean las personas que las aplican. Las disposiciones deben ser lo suficientemente claras e inequívocas como para no dejar margen a enormes poderes discrecionales de las fuerzas del orden. Además, no debe haber interferencias políticas. Al aplicar las leyes antiterroristas debe tenerse en cuenta el recurso a la policía. El empleo de las fuerzas armadas, que están entrenadas principalmente para hacer la guerra, debe evitarse en el mantenimiento de la ley y el orden. Sólo se debería recurrir a ellas en caso de emergencia extrema139 . Deben establecerse salvaguardias adecuadas para evitar cualquier tipo de uso indebido por parte de las fuerzas del orden.
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