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El uso de la radiación es una modalidad primaria bien establecida para el tratamiento de diversos tipos de cáncer. La terapia con radionúclidos mediante radiofármacos es muy eficaz en determinados tipos de cáncer, como el de tiroides y las micrometástasis tumorales. La terapia con radionúclidos se suele llevar a cabo con radioisótopos capaces de emitir radiación alfa y/o beta, ya que es importante administrar la dosis de radiación al tejido diana sin afectar a los tejidos sanos adyacentes. En este contexto, el 131I se viene utilizando desde hace más de seis décadas para tratar los trastornos tiroideos y sigue siendo uno de los radionucleidos terapéuticos más prometedores. Aunque el cáncer de tiroides se lleva tratando desde hace varias décadas con radiofármacos, los intentos de tratar muchos otros tipos de cáncer en el pasado han abierto la vía a un tratamiento eficaz de varios tumores malignos. Una de ellas es el linfoma no hodgkiniano (LNH), que expresa un mayor número de CD20. Hay varios anticuerpos anti CD20 que se utilizan en clínica, pero rituximab se eligió para administrar radionúclidos de forma selectiva en el tejido tumoral y provocar una mayor muerte celular. En el futuro se estudiará la posibilidad de combinar fármacos para aumentar la eficacia terapéutica en términos de muerte celular.