Los ejes problemáticos que vertebran las páginas de este libro son fundamentalmente dos: la crítica al eurocentrismo (y a su versión latinoamericana: el eurocriollismo, término que creemos haber inventado) y la necesidad de crear desde nuestros países una inédita lectura del pasado humano, que abarque a todas las edades y a todos los continentes. Su temática es variada: la persistencia del eurocentrismo en los medios y la academia, la crítica a alguno de sus supuestos básicos (la idea misma de Europa, la de Grecia como su antecesora, la relación del ethos europeo con la violencia) y algunos usos que ha hecho el poder criollo en América Latina de las concepciones eurocéntricas.