Antes del descubrimiento de los rayos X en 1895, ya existían determinados puntos y planos craneofaciales que permitan para hacer mediciones antropológicas con el fin de determinar y clasificar las características de género y edad de los restos humanos encontrados. Desde 1780 se cuenta con registros de utilidad en cuanto a la localización de puntos, estructuración de planos y medición de ángulos craneofaciales. La mayoría de los análisis cefalométricos evalúan las dimensiones que tienen al unirse diferentes puntos para formar líneas y ángulos, aún cuando hay gran variedad de éstos en la literatura, que cuentan con normas establecidas y algunos puntos de localización que se comparten en la cefalometría, se ha demostrado en informes previos la constancia de los mismos en proyecciones radiográficas tales como la cefalografía o proyección lateral, postero-anterior y panorámica.