La evaluación de la Educación Física, presenta una serie de patologías y deficiencias propias de la evaluación tradicional (la evaluación se sitúa en el momento final de las actuaciones, la evaluación no atiende a la diversidad, se utilizan instrumentos inadecuados, entre otras). Como respuesta a estas patologías y deficiencias, diferentes profesionales de la Educación Física, dan a conocer una serie de alternativas y planteamientos que buscan contrarrestar este conjunto de malos hábitos. Sin embargo, estas alternativas y planteamientos, quedan esterilizadas en el plano teórico, lo que no ayuda a resolver la evaluación desde la práctica en el día a día. En razón de dicha situación, se presenta la evaluación formativa participativa, la que rompe y contrarresta los malos hábitos de la evaluación tradicional. Este nuevo modelo se integra a los procesos cotidianos de enseñanza y aprendizaje, mediante el mapeo de conocimientos, haciendo de la evaluación, una autentica evaluación de proceso. En cuanto a la actuación docente, este modelo se caracteriza por ser práctico, rápido, sencillo y justo, lo cual es una ayuda para el profesor dentro de las condiciones habituales de trabajo.