El desarrollo integral de todos los alumnos y en particular de los alumnos que presentan necesidades educativas especiales, es una meta que no se puede dejar al azar o a la improvisación, es un compromiso hacia la equidad en la educación. Cuando a un alumno se le brindan los apoyos específicos acordes a sus necesidades, las probabilidades y posibilidades de que logre la permanencia y desarrolle las competencias para la vida se incrementan significativamente. Si todos los alumnos tienen las mismas oportunidades y participación de las mismas experiencias entonces será más viable ese desarrollo integral del que tanto se habla, pero para ello se deberán determinar las mejores estrategias para lograr el aprendizaje y la participación de aquellos alumnos que se encuentran en mayor riesgo de ser excluidos. Es insoslayable reconocer que existen grupos vulnerables con requerimientos específicos a los cuales debemos ofrecer una respuesta diferente e individualizada, recurriendo a métodos, técnicas y materiales específicos, dar una respuesta adecuada a sus condiciones no significa ser excluyente, todo lo contrario significa brindar una respuesta no igual, sino una respuesta con equidad social