Incluir experimentos bien diseñados en la enseñanza cotidiana de las ciencias naturales repercute directamente en la calidad del aprendizaje y resulta, además de atractivo, beneficioso en otros aspectos del desarrollo de la personalidad del estudiante. Los beneficios trascienden el desenvolvimiento académico en el aula y se proyectan en liderazgo, capacidad de observación, vínculos sociales, espíritu emprendedor y carácter reflexivo. Los estudiantes protagonizan y dirigen su aprendizaje con experimentos convenientemente implementados que mejoran significativamente la fijación natural de contenidos a largo plazo. Este libro ofrece consideraciones prácticas y un marco didáctico pedagógico para diseñar y contextualizar una instancia experimental, más allá del "hacer por hacer" que favorecen la maduración emocional e intelectual del aprendiz y la consolidación profesional del maestro.