MÚSICA: Para celebrar cuál es de las dichas la mayor, a la ingeniosa palestra convoca a todos mi voz. ¡Venid al pregón: atención, silencio, atención, atención! Siendo el asunto, a quién puede atribuírse mejor, si al gusto de la Fineza, o del Mérito al sudor, ¡venid todos, venid, venid al pregón de la más ingeniosa, lucida cuestión! ¡Atención, silencio, atención, atención! Salen el MÉRITO y la DILIGENCIA, por un lado; y por otro la FORTUNA y el ACASO MÉRITO: Yo vengo al pregón; mas juzgo que es superflua la cuestión. FORTUNA: Yo, que tanta razón llevo, a vencer, no a lidiar voy. ACASO: Yo no vengo a disputar lo que puedo darme yo. MÚSICA: ¡Venid todos, venid, venid al pregón de la más ingeniosa, lucida cuestión! ¡Atención, silencio, atención, atención! MÉRITO: Sonoro acento que llamas; pause tu canora voz. Pues si el asunto es, cuál sea de las dichas la mayor, y a quién debe atribuírse después su consecución, punto que determinado por la natural razón está ya, y aun sentenciado --como se debe-- a favor del Mérito, ¿para qué es ponerlo en opinión? DILIGENCIA: Bien has dicho. Y pues lo eres tú, y yo parte tuya soy, que la Diligencia siempre al Mérito acompañó; pues aunque Mérito seas, si no te acompaño yo, llegas hasta merecer, pero hasta conseguir, no --que Mérito a quien, de omiso, la Diligencia faltó, se queda con el afán, y no alcanza el galardón--; pero supuesto que agora estamos juntos los dos, pues el Mérito eres tú y la Diligencia yo, no hay que temer competencias de Fortuna.
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